El séptimo cielo
domingo, noviembre 13, 2016Madrugada de sábado, empieza a hacer frío en Madrid. Vuelvo a casa por una M-30 prácticamente desierta, escuchando a Leonard Cohen y pensando en todo lo que he vivido esta noche.
Me río yo sola, acordándome de esa conversación que escuché
hace unos días en la cafetería del colegio entre dos madres: “Sí, lo he leído en algún sitio, es una chica que organiza cenas “clandestinas”
en su casa, las cenas de la Adivina, o algo así…” Aunque realmente lo que
me hace sonreír de verdad es el recuerdo de una velada absolutamente
inolvidable.
Hace mucho tiempo que quería venir y nunca encontraba el
momento, pero “Mi media Cookie” fue determinante para que decidiésemos
dar el paso en cuanto salió el nuevo calendario de cenas.
Esta noche hemos subido al Séptimo, al de Silvia e
Iñigo, unos anfitriones que pese a llevar más de doscientas cenas en su
haber, siguen expectantes ante cada velada, que consideran única e irrepetible.
Y pese a tener mucho que contarnos, después de tantas experiencias, derrochan
generosidad con sus expertos e invitados, permitiendo que sean ellos quienes
aporten, siempre abiertos a aprender de todos y cada uno.
También hemos estado en el Séptimo de Tamara, que
además de habernos deleitado con un menú espectacular, nos ha regalado un
millón de sonrisas que nos han endulzado la velada aún más que sus espectaculares
crèpes de chocolate. Y al el de Silvia,
de Manopla Studio, tan encantadora y
discreta, que será quién nos regale los
recuerdos gráficos de esta mágica noche.
Y a ese Séptimo también
han subido otra veintena de invitados, cada uno con su historia, con sus
circunstancias, pero todos ávidos de disfrutar aprendiendo de ese tándem maravilloso
que forman Laura y Lara, quienes con
su frescura, ilusión y tremenda humildad, nos han hecho reír, emocionarnos e
inspirarnos hasta el infinito.
Después de casi seis horas allí arriba, es el momento de
bajar al suelo, de conservar esa sonrisa que hemos tenido dibujada durante toda
la noche y de pensar en todo lo que hemos disfrutado y aprendido.
Mientras vuelvo a casa saboreo todo lo vivido, pienso en
todo lo que tengo que contar y apunto mentalmente cada detalle que no quiero
olvidar, pero sobre todo vuelvo con un objetivo claro, volver a subir al “Séptimo
Cielo”.
Queridas Mafalditas,
gracias por ese “Todo lo que hace feliz
despeina”, puesto en práctica desde ya mismo.
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