Jazmines en el ojal
domingo, noviembre 06, 2016
Últimamente todo lo “vintage”
es tendencia. Lástima que sólo quede en eso, en una simple tendencia.
Desde hace un par de años una famosa serie de
televisión, ambientada a finales de los años 50, nos recuerda en cada capítulo por qué fue
la época dorada de la alta costura y el buen gusto en el vestir, y yo no dejo de
preguntarme por qué hemos relajado tanto nuestro estilo y nuestras costumbres.
Cuando era niña, me fascinaba ver los álbumes antiguos de
fotos familiares en casa de mi abuela, fotos en blanco y negro, fotos de una
época de posguerra nada fácil, pero absolutamente cautivadoras. Esas fotos
llenas de señoras perfectamente vestidas, peinadas, siempre con sus tacones,
bolsos de mano, guantes y sombreros, con una estética impecable.
Hoy en día, debido al ritmo frenético que llevamos, impera
la comodidad por encima de todo, en raras ocasiones solemos “arreglarnos” tal y como hacían nuestras
madres y abuelas, y lo cierto es que es un hecho que me produce una mezcla de
pena y nostalgia.
Con el resto de costumbres ha ocurrido prácticamente lo
mismo, nos hemos ido relajando.
Recibir en casa ya no tiene ese encanto, ni siquiera nos
molestamos en poner una bonita mesa, ni en ofrecer a nuestros invitados nuestro
mejor menaje.
Recuerdo que hace unos meses me invitaron a tomar café a una
casa y la anfitriona nos recibió en la mesa de su cocina, para nuestra más absoluta
perplejidad ya que no teníamos especial confianza, mientras nos servía el café en unas
tazas de merchandising de una
conocida marca de cereales, recién sacadas del lavaplatos. Sería muy injusto no
valorar aquella invitación, puesto que desbordaba generosidad, pero también nos
dejó con una cierta sensación de dejadez con sus invitados.
Y me diréis, con bastante razón, que seguramente nuestra
anfitriona poco tenía que ver con aquellas señoras de los álbumes familiares, que no se pasaban el día subiendo y bajando del coche, llevando trayendo niños
del colegio, haciendo largas jornadas laborales y llegando tarde a todas
partes.
Está claro que los tiempos han cambiado, y debemos
adaptarnos para sobrevivir a ellos, pero os confieso que, lejos de meros asuntos
estéticos, me encantaría seguir conservando esos detalles “vintage”, saber recibir, saber asistir y hacer las cosas más
especiales con muy poco esfuerzo.
Es posible que penséis que soy un poco “carca” pero os
aseguro que disfruto muchísimo cuando recibo a alguien en mi casa, sacando mi
mejor vajilla, al igual que cuando me
quito mis All Star y mis vaqueros
(casi mi uniforme diario por exigencias del “guión”)
para vestirme como “una Señora, de
aquellas que vieron mis Abuelos…”
“… dicen que no se
estila, que te pongas para cenar jazmines en el ojal…”
(“Amarraditos” Vals
popular peruano)
2 comentarios
Cuantísima razón tenéis! Deberíamos cuidar mucho más los detalles y recuperar algunas tradiciones cómo se hacían antaño. Nos hemos americanizado demasiado y hoy en día parece que vale casi cualquier cosa... :)
ResponderEliminarEse era el propósito de este editorial.
ResponderEliminarGracias BE por tu comentario!
Un abrazo
@somoscookies